Por Erick Álvarez
En 1954, en medio de contexto sociopolítico de la Guerra Fría y el fin de la intervención estadounidense en Corea, el perfil arquitectónico de Manhattan comenzó a reflejar los primeros signos del boom inmobiliario de la posguerra, con la construcción de modernos edificios, especialmente oficinas, siendo el reflejo de la prosperidad económica que disfrutaba el país. En Park Avenue, al norte de Grand Central Terminal, se vislumbraban los inicios de su transformación de un elegante barrio residencial a un dinámico corredor corporativo.