Colección permanente del Palacio de Bellas Artes. Resguardo: INBA. Foto: Erick Alvarez |
Por: Erick Alvarez
Es muy conocida en Nueva York la breve participación que tuvo el muralista mexicano Diego Rivera en la historia del Rockefeller Center, siendo él el protagonista de un curioso incidente que tuvo lugar por el radicalismo político del pintor, y del cual presentamos a continuación en este breve artículo.
Rivera y Rockefeller
En 1931 el recién creado Museum of Modern Art organizó una exposición sobre el trabajo de Diego Rivera, en esa época la cabeza del movimiento muralista mexicano –en el momento en que el país comenzaba su reconstrucción política, económica y cultural tras los embates de la Revolución–, a la cual asistieron el joven Nelson Rockefeller y su madre Abby.
Rockefeller, declarado admirador del trabajo de Rivera, lo contactó en mayo de 1932 y le propuso realizar un mural en la pared principal del vestíbulo principal del R.C.A. Building, en plena construcción. Rockefeller había invitado también a Pablo Picasso y Henri Matisse para plasmar sus lienzos en los muros del vestíbulo del nuevo rascacielos, pero ambos rechazaron la oferta, por lo que fueron contratados otros dos pintores, entre ellos, el español José María Sert.
El R.C.A. Building a mediados de 1933. Foto: Rockefeller Center, Inc. De: Balfour, Alan. "Rockefeller Center. Architecture as Theater". New York. McGraw-Hill. 1978. |
Después de meses de insistencia y negociaciones con Nelson Rockefeller, finalmente, en octubre de 1932, Rivera aceptó el la comisión y firmó el contrato de trabajo. A finales de 1932 Rivera viajó a Nueva York acompañado por su esposa, Frida Kahlo, e inmediatamente comenzó a dibujar los primeros bocetos.
El Hombre en la Encrucijada
Después de estudiar las dimensiones del vestíbulo del R.C.A. Building, Diego Rivera diseño el mural “Man on the Crossroad” (El Hombre en la Encrucijada), en donde el hombre del siglo XX, representado por un corpulento obrero, se encontraba en medio de la encrucijada entre los vicios del mundo capitalista y el incipiente avance del fascismo, así como la esperanza de la emancipación del proletariado, además de los avances en los campos de la ciencia, la medicina, la mecánica, la educación y el deporte.
Diego Rivera y Frida Kahlo pintando en el vestíbulo del R.C.A. Building, a principios de 1933. Foto: Anónimo. De: Eric P. Nash. “Manhattan Skyscrapers”. New York. Princeton Architectural Press. 1999. |
En marzo de 1933 Rivera recibió el primer pago de $21,000 dólares para la compra del material de trabajo entre andamios, pintura y otras herramientas, así como la contratación de un equipo de asistentes que le ayudarían a pintar el mural en el vestíbulo del R.C.A. Building (ya en la fase final de su construcción) porque el mural debería estar terminado justo antes de la inauguración del nuevo rascacielos, que estaba programada para mayo de 1933.
Rápidamente comenzaron a revelarse los detalles principales del trabajo de Rivera: un corpulento obrero a punto de poner en marcha la máquina que controla el universo, el macrocosmos y el microcosmos, que se representan por dos elipses que se cruzan detrás de la figura del obrero y en cuyos extremos se representan por planetas, galaxias, protozoarios y otros microorganismos. Detrás de ambas alegorías aparecen engranes y un gigantesco telescopio conectado a un microscopio de la época, que hacen referencia a los avances de la ciencia y la tecnología aplicados a los campos de la astronomía, la biología, la medicina y, en general, al progreso de la ciencia en los Estados Unidos y la fe en el progreso de la humanidad.
En el extremo izquierdo del mural se muestra el mundo capitalista, con sus contrastes y vicios. Así tenemos los excesos de los poderosos que buscan placeres mundanos a costa del hambre de los obreros desempleados, los cuales son reprimidos por la policía, así como el incipiente fortalecimiento del fascismo, pero también sus elementos positivos: los progresos científicos, culturales y tecnológicos, la lucha por la integración racial y el mosaico interracial y multicultural de la cultura estadounidense, que recibe a lo mejor del pensamiento occidental, y en donde destaca la figura de Albert Einstein, así como Charles Darwin explicando la teoría de la evolución a través de un aparato de rayos X. Además, destaca una enorme figura de piedra simbolizando la religión.
El extremo derecho del mural nos muestra el mundo socialista, también con sus progresos y sus excesos, los progresos en el campo de los deportes, la ciencia, la agricultura y el proceso de la emancipación proletaria, pero también nos muestra tanto la presencia del Ejército Rojo como de figuras políticas de la que una de ellas hará estallar el escándalo…
Lenin en el centro del capitalismo
El mural causó polémica desde el principio por las convicciones políticas de Rivera, pero el escándalo estalló debido a un simple detalle: la figura de Lenin en uno de los extremos del mural.
La polémica efigie de Lenin también está en la versión mexicana de "Man at the Crossroad". Colección permanente del Palacio de Bellas Artes. Resguardo: INBA. Foto: Erick Alvarez |
Diego Rivera era un acérrimo comunista y fue uno de los precursores del movimiento socialista en México de la que participó activamente en la actividad política como miembro del Partido Comunista Mexicano, promoviendo con su obra, la emancipación de la clase obrera. Además fundó junto con su esposa el periódico de denuncia política y propaganda “El Machete”, y admiraba a los padres de la Revolución Rusa: Vladímir Ilich Lenin y Leon Trotsky. En 1937, Rivera y Kahlo organizaron el exilio en México de León Trotsky y su esposa, perseguidos por el régimen totalitario de José Stalin, y quienes se instalaron en una casa en Coyoacán, en donde Trotsky acabaría siendo asesinado en 1940.
Volviendo al tema del mural en el R.C.A. Building, el panel derecho del mural, destinado al socialismo, Rivera plasmó las figuras de Karl Marx, Leon Trostky, pero principalmente dibujó la figura prominente de Lenin, en una posición estratégica del mural, representando la lucha por la dignificación de la clase trabajadora. La presencia de Lenin en el corazón del capitalismo estadounidense, provocó inmediatamente la ira de los grupos más conservadores de la sociedad estadounidense.
La actitud de Rivera al plasmar la figura de Lenin fue principalmente provocadora: su objetivo sería que los Rockefeller, especialmente, el joven Nelson viera el rostro de Lenin en el muro principal del vestíbulo del R.C.A. Building cada vez que ingresara a éste en camino a su oficina.
Inmediatamente, en abril de 1933, Nelson Rockefeller envió una carta a Rivera invitándolo cordialmente a modificar algunos puntos del mural, especialmente eliminar la figura de Lenin. La respuesta de Rivera fue tajante: no quitaría a Lenin de su mural, pero propuso a su patrón incluir la figura de Abraham Lincoln en el mural, pero su propuesta fue rechazada por Rockefeller. Durante las siguientes semanas el intercambio de misivas entre ambos personajes fue cada vez más frecuente y la actitud del muralista mexicano fue cada vez más provocativa hasta que Rivera retó a Rockefeller, argumentando preferir destruir su obra antes de cambiar algún elemento de ella.
El 12 de mayo de 1933, la oficina del Rockefeller Center Inc., convocó a una conferencia de prensa donde se informó que momentáneamente la obra no sería destruida, pero sería cubierta por un velo por tiempo indefinido, hasta que se decidiera cuál sería su destino final. Ese mismo día, Rivera recibió un telegrama de los ejecutivos de la General Motors notificándole que se le retiraba el patrocinio para realizar el mural para el pabellón de la empresa automotriz en la Feria Mundial de Chicago.
Durante los meses siguientes contingentes compuestos por seguidores de Diego Rivera y simpatizantes comunistas, así como algunos artistas, convocaron a manifestaciones en las afueras del R.C.A. Building en defensa del trabajo de Rivera y de su mural en el vestíbulo del edificio, apelando a la libertad de expresión. Los esfuerzos fueron en vano.
La destrucción
En diciembre de ese mismo año, se realizaron negociaciones entre el Rockefeller Center y el Museum of Modern Art para ofrecer a Rivera quitar su mural del R.C.A. Building a cambio de trasladarla a un salón del museo y realizar una exposición especial. Finalmente, el 12 de febrero de 1934, a pesar de las protestas de la comunidad artística y ante una opinión pública muy divida, los ejecutivos del Rockefeller Center, Inc., decidieron remover el mural, significando su inminente destrucción.
Finalmente, en 1937, Rockefeller encomendó al pintor español José María Sert (ideológicamente opuesto a Rivera: conservador, clasista, simpatizante de Francisco Franco y conocido por estar constantemente codeándose con la realeza), llenar la pared central del vestíbulo del R.C.A. Building que dejó la destrucción de la obra de Rivera (que dejó daños en la pared), con un mural donde se representa el progreso humano como pivote para la consecución de la paz y la armonía de la humanidad. En el nuevo mural, el pintor español plasmó la figura de Abraham Lincoln, ayudando en las obras de construcción de un mundo mejor y como fondo, aparecen los edificios del Rockefeller Center como símbolo de progreso material de la humanidad.
El Palacio de Bellas Artes y la venganza de Rivera
Con los recursos económicos agotados (poco antes realizó un pequeño mural en los pasillos de la New Workers School, en la calle 40 Oeste), y furioso, Diego Rivera, regresó a la Ciudad de México en diciembre de 1933. Poco tiempo después, al comenzar 1934 fue contratado por el gobierno mexicano para realizar un mural en uno de las galerías principales del Palacio de Bellas Artes, próximo a inaugurarse.
El Palacio de Bellas Artes, originalmente conocido como Teatro Nacional, fue concebido como un extravagante capricho personal del general Porfirio Díaz y fue diseñado por el arquitecto italiano Adamo Boari. Su construcción comenzó en 1904 con expectativas a concluirse a tiempo para el festejo las fiestas del Centenario del inicio de la guerra de Independencia de México, en septiembre de 1910. El edificio fue diseñado originalmente en estilo Art Noveau, a semejanza del Teatro de la Ópera de París.
La versión mexicana del "Man at the Crossroads", en uno de los muros del Palacio de Bellas Artes. Colección permanente del Palacio de Bellas Artes. Resguardo: INBA. Foto: Erick Alvarez |
El Teatro Nacional no sólo no quedó listo a tiempo para el Centenario, sino que las obras de construcción se suspendieron en 1913 a causa de la Revolución Mexicana y durante muchos años el edificio se mantuvo como obra negra, además que el enorme peso de los materiales, principalmente el mármol, y la inestabilidad del subsuelo fangoso de la Ciudad de México, hicieron que el gigantesco edificio comenzara a hundirse.
Las obras de construcción se retomaron en 1932, bajo la dirección del arquitecto Federico Mariscal, quien rediseñó los interiores en el estilo Art Decó vigente en la época, y en donde además incluyó elementos alegóricos de la cultura prehispánica como cabezas de serpiente y deidades como Tláloc y Quetzalcóatl.
En enero de 1934, cuando el teatro, ahora rebautizado como Palacio de Bellas Artes estaba en la fase final de su construcción, y faltando unos ocho meses antes de su inauguración, el gobierno de Abelardo L. Rodríguez contrató los servicios de Diego Rivera para realizar un mural en uno de los pasillos del vestíbulo principal del nuevo recinto. Rivera vio la oportunidad de volver a realizar el mural del R.C.A. Building en un recinto adecuado para ello. Así, de enero a noviembre de ese año, Rivera, basándose en los bocetos y fotografías rescatados del proyecto del Rockefeller Center, pintó “Man at the Crossroads”, rebautizado como “El hombre controlador del Universo”, con dimensiones menores al original debido a que tuvo que adaptar la obra a las dimensiones del muro de Bellas Artes destinado para él.
En el nuevo “Man at the Crossroads”, que mide 4.46 metros de alto por 11.46 metros de ancho, Rivera conservó casi todos los elementos alegóricos de la obra original, y no sólo plasmó la figura de Lenin en el panel derecho dedicado al comunismo, respetando la obra original; también plasmó, en el panel izquierdo dedicado al capitalismo, la figura de John D. Rockefeller, Jr., padre de Nelson, sosteniendo una copa de champaña y rodeado de prostitutas y jugadores de casino, en una clara representación de los vicios del sistema capitalista americano. Era una clara venganza en contra quien fueron sus mecenas.
Bibliografía
Stern, Robert A. M., Gilmartin, Gregory, Mellins, Thomas. "New York 1930. Architecture and Urbanism Between the Two World Wars". New York. Rizzoli. 1987. Págs. 652.
Balfour, Alan. Rockefeller Center. Architecture as theater. New York. McGraw-Hill. 1978. Pp. 181-191.
Karp, Walter. "The Center. A history and guide to Rockefeller Center". New York. American Heritage Publishing Company. 1982. Pp. 64, 72.
En la Web:
Diáz Favela, Verónica/CNN México. Un libro reconstruye la historia del mural del Diego Rivera destruido en EU. Expansión/CNN, Martes 14 de mayo de 2013. (Clic para ver el artículo). Consultado el 16 de noviembre de 2017).
Trujillo, Hilda. Sert, el único pintor que se atrevió a cubrir el mural de Diego Rivera. Huffington Post, 12 de octubre de 2012. (Click para ver el artículo). Consultado el 16 de noviembre de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario