Por: Erick Alvarez
En 1951, mientras los Estados Unidos se enfrascaban en otra intervención bélica (la guerra de Corea), en Nueva York se vivía el pleno boom inmobiliario, encabezado por las obras de la sede permanente de las Naciones Unidas: mientras el nuevo rascacielos del Secretariado ya estaba en plenas funciones, las obras de construcción continuaban en los edificios de Conferencias (terminado a finales de ese año) y el de la Asamblea General (terminado en 1952), así como los trabajos para reacondicionar el tramo de la Primera Avenida a su paso frente al conjunto para agilizar el tránsito mediante un paso a desnivel; y ese tramo entre las calles 42 y 48 se rebautizará como United Nations Plaza.